Captación y canalización del agua
La primera labor que tenían los ingenieros romanos era encontrar el lugar adecuado de donde se podía extraer el agua más pura y en suficiente cantidad para satisfacer la demanda pública y llevarla a la ciudad en las mejores condiciones posibles.
Los tipos más comunes de captaciones de agua se clasifican en:
· Manantiales (los preferidos por los romanos)
· Pozos
· Galerías de infiltración
· Ríos y lagos
· Presas y embalses
· Cisternas o aljibes
1.1 Proceso
El punto de captación era estratégico ya que la ingeniería romana buscaba recoger las aguas de mejor calidad. Sin embargo, a veces se necesitaban obras de retención de agua (siempre que el agua se renovase y estuviese en movimiento) y en consecuencia el agua perdía propiedades y se hacía pasar por un “piscinae limariae” (un arenero o depósito de decantación) para filtrarla.
Después del depósito de decantación, el agua se dirigía a una galería llamada “specus”, que normalmente estaba cerrada y tenía una pendiente determinada para garantizar una velocidad lenta, tranquila y continua. El transporte y la cantidad de agua debían estar en armonía. Este canal en la mayoría de las ocasiones finalizaba cerca de la ciudad en un depósito que servía también como decantador y aireador del agua llamado “contectis piscinis”.
Este tramo de la red se caracterizaba por ir “en canal en lámina libre en régimen lento”, excepto cuando las condiciones del terreno forzaban a que se transportara en sifón.
La mayor parte de las conducciones fuera de la ciudad iban en canal, pero los canales de la época eran siempre cerrados y actuaban como tuberías en régimen laminar con la sección mojada en forma de rectángulo y dejando una cámara de aire con un techo. El techo marca el tipo de “specus”.